El viaje de las grasas para ser "quemadas" durante el ejercicio físico.

Nov 29, 2021

No cabe duda de que uno de los anhelos más profundos de muchas personas que realizan ejercicios es reducir la cantidad de grasa que tienen almacenada en el cuerpo, específicamente, eliminar la grasa acumulada en el tejido celular subcutáneo y que puede ser evaluado por medio de la medición de pliegues cutáneos los cuáles finalmente pueden ser traducidos como el denominado porcentaje de grasa, un parámetro muy importante del análisis de composición corporal.

Existen tres formas básicas para eliminar esa grasa acumulada en el cuerpo: buena alimentación, buen ejercicio físico y cirugía, siendo esta última, más allá de un tema estético, la opción final para mejoría de la salud, cuando los hábitos de vida no han podido ser interiorizados por la persona y, menos aún, sostenidos en el tiempo (meses, años). Las otras alternativas “milagrosas” que son promovidas libremente en esta era digital no tienen evidencia científica, generan polémica y suelen conducir al facilismo y oportunismo, que representan en conjunto el movimiento de miles de millones de dólares a escala mundial para la industria promotora de “píldoras mágicas” como los famosos “quemadores de grasa”, por citar.

Los aspectos bioquímicos relacionados al uso de las grasas durante el ejercicio físico muchas veces son dejados de lado porque pareciera algo imposible de estudiar y comprender. Esto probablemente sea una de las razones por las que muchos de los profesionales que estamos involucrados en el campo del ejercicio físico caigamos en el lado oscuro de fuerzas subliminalmente ocultas, que nos llevan muchas veces a dar recomendaciones sin sustento.

A partir de este punto, trate de visualizar los siguientes procesos en su mente. Imagine una especie de viaje por el interior del cuerpo humano en la que usted es un observador privilegiado. ¡Inténtelo!

Entonces, empecemos. Cuando una persona inicia una sesión de entrenamiento, ese estímulo físico, dependiendo de su intensidad, duración y condición física de la persona, provoca el incremento en las concentraciones de hormonas como adrenalina, hormona del crecimiento, glucagón y cortisol. Estas hormonas viajan por la sangre y llegan al tejido graso, conformado por millones de células adiposas o adipocitos, en cuyo interior se encuentran almacenadas otros miles de millones de moléculas grasas: los triglicéridos. Mientras más triglicéridos almacenados, mayor cantidad de grasa en el cuerpo y visualmente mayor será el panículo adiposo que en muchas latitudes suelen llamarse “rollitos”, “llantitas” entre otros términos coloquiales.

Para disminuir esa grasa corporal que tanto buscamos (disminuir esos “rollitos” o “llantitas”), debemos de eliminar esos triglicéridos almacenados. Los triglicéridos están conformados, cada uno de ellos, por tres moléculas de ácidos grasos (predominantemente saturados) y una molécula de glicerol. Los triglicéridos no pueden salir libremente desde los adipocitos para ser eliminados. Si queremos eliminarlos, debemos de fragmentarlos hacia los componentes que lo conforman. Luego de ello, esos ácidos grasos que lo conforman salen del adipocito y son llevados hacia las células musculares que, durante el ejercicio físico, por medio de reacciones bioquímicas, las beta-oxidan (“queman”) convirtiéndolas en energía (ATP) útil para la contracción muscular. Solamente cuando esos ácidos grasos son convertidos en energía podemos hablar de “quemar” grasas.

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