Sarcopenia y ejercicio físico
Nov 25, 2021Desde inicios del año 1950 se empezaron a publicar reportes sobre una relación inversamente proporcional entre el grado (carga) de actividad física y la aparición de diversas enfermedades en el ser humano. Si bien es cierto que la mayoría de las enfermedades reportadas pertenecían al amplio espectro de los problemas cardiovasculares y endocrinos, la afectación de los compontes del sistema locomotor (musculoesquelético) no eran extraños en el contexto del sedentarismo.
Con el paso de los años se ha esclarecido la fuerte relación que existe entre sedentarismo y la aparición de sarcopenia, un problema de salud caracterizado por la disminución importante de la masa muscular sumado a la disminución de las capacidades musculares, en particular de la fuerza muscular. Esta pérdida de masa y funcionalidad suelen ser muy comunes en personas adultos mayores (ancianos o personas de la tercera edad), aunque no exclusivo de este grupo poblacional.
Diversas publicaciones han mostrado los criterios para el diagnóstico de sarcopenia. Algunos más complicados de aplicar que otros pero que encierran en esencia la importancia de evaluar al paciente para confirmar si presenta o no este problema que es progresivo, debilitante y que incluso eleva el riesgo de padecer alteraciones metabólicas como diabetes mellitus tipo 2.
Existe un consenso para establecer la existencia de sarcopenia. Se requiere de dos criterios básicos: disminución de la masa muscular esquelética + disminución de la fuerza muscular. Aquí mostramos una forma de como evaluar esos criterios y que pueden ser aplicados de manera sencilla:
- El primero de esos criterios pues ser evaluado por medio del denominado Índice de Masa Muscular Esquelética (IMME). Para ello se debe realizar un análisis de composición corporal (ya sea por cineantropometría o por impedancia bioeléctrica, u otro método accesible y válido). El análisis de composición corporal debe arrojar el valor en kilogramos de la masa muscular esquelética (MME). Luego se procede a calcular el IMME cuyo procedimiento matemático es similar a lo que realizamos para calcular el índice de masa corporal (IMC). Es decir, el IMME se calcula dividiendo los kilogramos de MME entre la talla (en metros) al cuadrado: IMME = (MME)/(Talla2). El criterio para sarcopenia es tener en el caso de varones un IMME ≤ 8.90 Kg/m2, y para mujeres un IMME ≤ 6.37 Kg/m2.
- El segundo de esos criterios, disminución de la fuerza muscular, puede ser evaluado por medio de un test de fuerza usando un dinamómetro tratando de hacer un puño (ver figura 1). El criterio para sarcopenia es lograr en el caso de varones un valor de fuerza < 30 Kg, y para mujeres un valore de fuerza < 20 Kg.
- Una alternativa para la evaluación de la funcionalidad de las capacidades musculares, en caso de no contar con el dinamómetro, es realizar una prueba de velocidad. Se traza una distancia de 4 metros y el paciente deberá recorrer esa distancia en el menor tiempo posible. Si la velocidad registrada, que resulta de dividir la distancia (4 metros) entre el tiempo empleado en segundos, es menor a 0.8 m/s, entonces se cumple el criterio funcional para sarcopenia.
- Existe una serie de test físicos conocido como el Senior Fitness Test. Esta batería de exámenes diseñado para evaluar la condición física de personas adultas mayores (ancianos o de la tercera edad) también se convierte en una alternativa importante para la valoración de las capacidades musculares como criterios para sarcopenia (aunque deberá ser validado para ello, pero es al menos un punto de referencia para empezar). Si la conclusión, de tales pruebas físicas, arroja un resultado bajo o pobre, podría estar sugiriendo una forma objetiva relacionada al criterio de alteración de la funcionalidad para sarcopenia.
El abordaje de la sarcopenia no solo debe estar enfocado a su tratamiento como tal, sino a su potencial reversión (dependiendo del estado del paciente al momento del diagnóstico), y mejor aún, a su prevención para aquellas personas que ya tienen años avanzados en la vida. Las mejores herramientas para estos logros son el ejercicio físico y una alimentación apropiada.
Los estudios han revelado que la incorporación de ejercicios con resistencias externas (pesos libres, máquinas de musculación, ligas, bandas elásticas, el propio peso del cuerpo, entre otros medios) en sesiones de entrenamiento controladas o dosificadas, provocan más efectos beneficiosos sobre el cuadro de sarcopenia cuando se comparan con la implementación de programas de ejercicios aeróbicos aislados. Los trabajos de musculación (a intensidades que pueden llegar incluso hasta el 70%1RM, de manera progresiva, según algunas publicaciones) no necesariamente guardan relación con el aumento en la masa muscular, pero tiene definitivamente un impacto sobre la funcionalidad de la masa muscular, especialmente en la generación de fuerza.
Asimismo, en este contexto de la prescripción de ejercicios para pacientes con sarcopenia, se han publicado estudios en los que se realizan entrenamientos concurrentes (aeróbicos + resistencias externas) con muy buenos resultados, incluyéndose en estos estudios, además, actividades que inciden sobre el balance y propiocepción que también son importantes a considerar en estos pacientes.
Por lo tanto, ha quedado comprobado que el ejercicio físico es el pilar fundamental en el abordaje de la sarcopenia, y debe ir de la mano con el soporte nutricional oportuno. Las terapias físicas y hormonales complementarias deben ser siempre valoradas por los especialistas respectivos para un abordaje integral del paciente.
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